La Quinta presidencial de Olivos, fue este fin de semana escenario de una serie de reuniones entre la presidenta Cristina Fernández y sus más inmediatos colaboradores, donde se realizó un profundo análisis de la situación del país y de cómo encarar el futuro del gobierno luego de la derrota sufrida en el Senado en el tema de las retenciones.
Sin la presencia de Néstor Kirchner, que está refugiado en estos días en su residencia de la ciudad santacruceña de El Calafate, la presidenta mantuvo encuentros el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini; en los cuales se efectuó un análisis de la situación en que quedó el gobierno nacional después de la derrota en la Cámara Alta y de cómo debe encarar el Ejecutivo los próximos actos de gobierno.
Trascendió que durante este fin de semana dos de los ministros más cuestionados por la opinión pública, el Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el Ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, pusieron a consideración de la presidenta sus renuncias, y ambas fueron rechazadas, y les enmarcó que se pongan a trabajar duro para revertir la imagen del gobierno ante la población.
Quién sí tendría los días contados en el gobierno, es el Secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, quien sería reemplazado por el actual presidente del INTA, Carlos Cheppi, quien anoche ya habría mantenido una reunión con la Jefa de Estado en la Residencia de Olivos, para analizar los pasos a seguir en esta importante Secretaría que de ahora en adelante cumplirá un rol central en la política de Estado.
Cheppi, que reemplazaría a Javier de Urquiza en ese cargo, tendría la difícil tarea de recomponer con un sector que concretó la mayor protesta sectorial de la que se tenga memoria. Como presidente del INTA, Cheppi fue fuente de consulta permanente durante la crisis con el campo. Tiene una estrecha relación con Néstor Kirchner al punto que es autor del programa para el campo que el ex presidente utilizó en su campaña electoral de 2003.
Lo que no cambiará, es el aislamiento que seguirá teniendo el vicepresidente Julio Cobos, a quien no le perdonarán el haberle brindado al kirchnerismo su primer gran decepción desde su llegada al poder y no tendrán más diálogo que el oficial entre la presidenta y el vicepresidente, aunque este fin de semana se estableció que desde el gobierno nacional, no salgan más críticas hacia el mendocino, para de esa manera dar por terminado este conflicto y no seguir instalando en la opinión pública la sensación de rencor por parte del gobierno hacia el vicepresidente.
Además, se confirmaron los despidos de la Subsecretaría de Combustibles dependiente del Ministerio de Planificación que conduce uno de los pilares del poder K: Julio De Vido. Los eyectados del área son los mendocinos Alejandro Rodríguez, Eduardo Moreno y Laura Fagot, todos vinculados a Cobos. El que estaba en duda era Mario De Casas integrante del Ente Nacional Regulador de Energía. Ayer se especulaba que este funcionario se salvaría de la venganza K por su manifestación pública días antes a la sesión en un diario porteño a favor de los impuestos a la exportación agraria.
Se intentará también que el ex presidente Néstor Kirchner empiece a tener menor protagonismo en las decisiones de Estado y deje ese lugar a la presidenta, que en los últimos meses parecía estar destinada a estar detrás de la figura de su esposo y no como quien condujera el país. Con esto busca instalarse la sensación de que no existe "doble comando" y que quien tiene la férrea conducción del poder es Cristina Fernández, y de esa manera volver a instalar la imagen de la Jefa de Estado, muy dañada durante estos meses de conflicto con el campo, llegando a tener en la actualidad, menos del 20 por ciento de imagen positiva entre la población.
Según pudo saberse extraoficialmente, Kirchner tendrá menos apariciones públicas, y las reuniones que mantenga como titular del Partido Justicialista, serán a puertas cerradas y sin acceso a la prensa, intentando demostrar que no tiene nada que ver con las decisiones que se tomen desde el Ejecutivo.
De ahora en adelante se hará eje en las obras de Estado, como la vuelta al patrimonio nacional de Aerolíneas Argentinas y el crecimiento de la economía en los últimos años, y dejar de lado el traspié sufrido por el gobierno con el conflicto rural, y dar señales de que se está trabajando para construir una Argentina mejor, sin rencores y con vistas al futuro.
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