El vocablo favorito del kirchnerismo más recalcitrante para definir la actitud tomada por el vicepresidente Julio Cobos en el Senado de la Nación, es “traición”, porque creen que el mendocino faltó al respeto del contrato implícito que se tiene cuando se acepta acompañar a un candidato a otra persona en una fórmula presidencial.
El vocablo traición tiene muchos significados, según el diccionario de la Real Academia Española, traición es la “falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida”, o también la que dice que es un “delito cometido contra un deber público, como la patria parea los ciudadanos o la disciplina para los militares”.
Al grito de “traidor”, los militantes kirchneristas que se encontraban reunidos en la Plaza de los Dos Congresos al momento de la votación en la Cámara Alta, estallaron contra el vicepresidente y prometían venganza inmediata contra el mendocino. Al día siguiente ya habían aparecido carteles en la Capital Federal donde se comparaba a Cobos con el líder metalúrgico de los años ´60, Augusto Timoteo Vandor, a quienes muchos sectores ortodoxos del peronismo acusaban de traidor por proponer un “peronismo sin Perón”.
Cabría preguntarse si ese mismo mote de traidor, no le equivaldría también al ex presidente Néstor Kirchner por su actitud ante el bonaerense Eduardo Duhalde, cuando fue éste último quien lo llevó a la presidencia de la nación, con un pacto que le permitió al patagónico contar con el electorado de la provincia de Buenos Aires, que fue el que lo llevó finalmente a la primera magistratura del país. Después Kirchner rompió esa alianza con quien lo había catapultado a la presidencia, y lo enfrentó en las elecciones legislativas del año 2005, donde le propinó una terrible paliza electoral al oriundo de Lomas de Zamora. El término traición en esos momentos vino a la mente de los duhaldistas, que acusaron al patagónico de las mismas cosas que el kirchnerismo le endilga al vicepresidente.
Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su memorable obra “El príncipe” decía que “la virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete". Por allí pueden haber pasado estas palabras del genial Maquiavelo por la mente de Julio Cobos a la hora de emitir su decisión final en el Senado de la Nación el pasado jueves a la madrugada, sintiendo en su interior que con su decisión le hacía un bien general al país, y por eso no pensó en la alianza política que lo había llevado a trascendental lugar que ocupa en la actualidad, y votó con el corazón y pensando en el bienestar y pacificación del país.
La traición es el vocablo que utilizan los mandatarios cada vez que alguien que estuvo cerca suyo o participó del proyecto político que ellos encabezan, resuelven no aceptar ciertas imposiciones del poder y tomar vuelo propio. Recordemos a Carlos Menem acusando a Eduardo Duhalde o Carlos Ruckauf de traición allá por el ´99, por no aceptar que el riojano pudiera participar electoralmente por su rereelección, quebrantando algo que prohibía expresamente la constitución nacional.
Es que la traición es una palabra muy metida dentro del vocabulario del Justicialismo, que siempre ha hecho un culto de la lealtad, y no acepta que quien se considere justicialista, meta los pies en otros platos y desgaste a los suyos. Por eso ahora se ha sacado a relucir toda la mística peronista para acusar a Cobos de traición, y con eso poner a todo el electorado peronista, el mayoritario del país, en contra del mendocino y de esa manera eludir las responsabilidades que le caben al gobierno nacional y al titular del PJ en su fracaso en la cruzada que lanzaron contra el campo.
Para intentar desmembrar la imagen de Cobos ante la sociedad, que es tremendamente alta en estos momentos, llegándose a hablar del “SuperCobos”, como una especie de superhéroe por haberse opuesto a los mandamientos kirchneristas que ordenaban votar en forma disciplinada por el proyecto oficial de retenciones, el kirchnerismo emprenderá en las próximas semanas una serie de medidas para ir minando la credibilidad que el mendocino tiene en estos momentos. Una de ellas es desgastarlo desde la gestión y desde el Senado de la Nación, interponiéndole todas las ruedas necesarias en el camino, para que falle en su labor.
De esa manera, el kirchnerismo quiere obligar al vicepresidente a dar un paso al costado y demostrar que no tiene tanto interés institucional como el que demostró en la sesión del Senado, en el cual durante el discurso que dio a la hora de emitir su voto, el mendocino adujo entre ellas a razones de índole institucional y de pacificación social a la hora rechazar el proyecto oficial. Por lo tanto no saldrán a recriminarlo públicamente desde el Ejecutivo como se pensó en un comienzo, sino que simplemente se lo ignorará y se le pondrán palos en la rueda para que su tarea como presidente del Senado se haga lo más difícil posible.
Pero no sólo Cobos caerá en el revanchismo que irá regando el ultrakirchnerismo en los próximos días y semanas, sino que también todos aquellos legisladores del Partido Justicialista que votaron en contra de las retenciones caerán en la venganza K. Muchos de estos legisladores han amenazado en la intimidad y algunos no tanto, con romper el bloque de diputados y senadores del oficialismo en caso de que los molesten mucho y las presiones se hagan insoportables.
Caso claro de esta línea divisoria entre leales al kirchnerismo e independientes del poder político central, lo demuestran legisladores como Felipe Solá, Carlos Reutemann, Juan Carlos Romero, Rubén Marín, y otros menos conocidos que enfrentaron al kirchnerismo votando en contra del proyecto oficial. Ayer Felipe Solá manifestó que los legisladores que votaron en contra del proyecto oficial sobre retenciones "nos hablamos por teléfono, no hay sesión en la cámara desde ese día, y nos vamos a juntar y nos vamos a hacer respetar, no le quepa la menor duda de que nos vamos a hacer respetar".
Puede verse que el kirchnerismo no se quedará quieto y tratará de debilitar a todos aquellos que se opusieron a sus deseos de ver hecho realidad el proyecto de retenciones móviles. El blanco principal de sus desplantes será el vicepresidente Julio Cobos, pero también se irá por muchos miembros del Justicialismo que votaron contra lo dictado por el partido.
La lealtad es algo que dentro del Justicialismo siempre ha tenido alto valor interno, y para el kirchnerismo es algo de cuestión de vida o muerte, ya que no se admite ninguna disidencia con lo que decide el matrimonio presidencial. Por eso, la traición de Cobos y la de los ex acólitos al proyecto kirchnerista, no será pasada por alto por el “Consejo Superior Kirchnerista”, y tratarán de hacer la vida de ellos imposible.
Cabría aclarar por los números de las encuestas realizadas hasta el momento, el alto grado de popularidad y de recepción positiva que tuvo la decisión de Cobos en el Senado, y es que el mendocino habría obrado con una máxima del peronismo, eligiendo entre "primero la patria, después el movimiento y por último los hombres", evidentemente que el vicepresidente eligió por la Patria.
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